La iglesia se había convertido en una tumba donde cuarenta y siete cadáveres reducidos a piel y manchas llevaban cinco años tirados en el suelo de hormigón, aunque no en el mismo lugar donde los habían matado con Kalashnikovs o a machetazos
Elmore LeonardLa iglesia se había convertido en una tumba donde cuarenta y siete cadáveres reducidos a piel y manchas llevaban cinco años tirados en el suelo de hormigón, aunque no en el mismo lugar donde los habían matado con Kalashnikovs o a machetazos
La iglesia se había convertido en una tumba donde cuarenta y siete cadáveres reducidos a piel y manchas llevaban cinco años tirados en el suelo de hormigón, aunque no en el mismo lugar donde los habían matado con Kalashnikovs o a machetazos
La iglesia se había convertido en una tumba donde cuarenta y siete cadáveres reducidos a piel y manchas llevaban cinco años tirados en el suelo de hormigón, aunque no en el mismo lugar donde los habían matado con Kalashnikovs o a machetazos