No hay peor pecado que provocar lágrimas en una cara que te ha dado las mejores sonrisas.
No hay peor pecado que provocar lágrimas en una cara que te ha dado las mejores sonrisas.
No hay peor pecado que provocar lágrimas en una cara que te ha dado las mejores sonrisas.
No hay peor pecado que provocar lágrimas en una cara que te ha dado las mejores sonrisas.